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DURANTE LA SEMANA SANTA
NUESTRA COFRADÍA DESFILA:
MARTES SANTO
CON EL PASO DE LA SANTA CENA
JUEVES SANTO
CON SU IMAGEN TITULAR, NUESTRA SEÑORA DE GRACIA Y ESPERANZA.
SÁBADO SANTO:
CON LA IMAGEN DEL TERCIO INFANTIL:"NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA EN LA
RESURRECCIÓN"
DURANTE TODOS LOS DOMINGOS Y
FESTIVOS DE MES DE OCTUBRE SE REALIZA EL
REZO DEL SANTO
ROSARIO.
MARTES SANTO
En la noche de Martes Santo se celebra el
Prendimiento, una de las referencias obligadas de la Semana Santa
ciezana, al que sigue la Procesión del mismo nombre. El Prendimiento
(reflexión y representación del momento del apresamiento de Jesús en el
Monte de los Olivos y de los hechos inmediatamente anteriores), por su
plasticidad y carácter teatral, es la escena que más hondamente se graba
en el espíritu de asistentes y partícipes, y su antigüedad se pierde en
el tiempo junto con la del Paso Nuestro Padre Jesús Nazareno y los
“Armaos” (Cofradía del Tercio Romano del Santo Sepulcro, antes Hermandad
de la Convocatoria de Jesús), a los que siempre ha estado vinculado.
El Prendimiento como un Acto considerado en su conjunto, conjugaba en
realidad tres partes diferenciadas: la escenificación o Prendimiento
propiamente dicho, el Sermón, que según las épocas se intercalaba en la
escenificación o la precedía, y la posterior Procesión.
Desde principios del s. XIX, cuando la Hermandad de la Convocatoria de
Jesús (hoy Cofradía del Tercio Romano del Santo Sepulcro) era la
encargada de su organización, y hasta 1935, año en que se ubicó
definitivamente en la tarde-noche de Martes Santo (en la que ya se había
celebrado en 1914, 1917 y 1918), el Prendimiento se celebró siempre en
la tarde de Miércoles Santo, representándose en la Plaza Mayor ante el
torreón de la Iglesia y en las calles colindantes, donde se concentraban
hombres que, "vestidos con trajes de Judea, aguardaban impacientes el
momento de prender a Jesús", y dónde, alertados por el toque de
tambores y cornetas de esa tropa de "Armaos", acudía todo el pueblo para
asistir a la escenificación y escuchar en el Sermón a los más ilustres
nombres de la oratoria sacra de la época (entre los grandes predicadores
del Sermón del Prendimiento destacaron las voces inconfundibles de los
sacerdotes D. Francisco Vigueras Córdoba -en el siglo XIX-, D. Antonio
Dato y D. Antonio Tormo -en el siglo XX-, y actualmente y desde hace
tres décadas es imposible referirse al Prendimiento sin asociarlo
indisolublemente a la figura de D. Antonio Salas, que fue distinguido
por la Junta de Hermandades Pasionarias en 1995 con un nombramiento
honorífico que lo reconocía como Predicador del Sermón del
Prendimiento).
Con el correr de los tiempos, y quizás porque cada año se tornaba más
difícil encontrar a quienes asumieran el papel de cada uno de los
múltiples personajes, lo que pudo motivar a su vez el olvido y
desaparición del texto original de la representación, del Acto del
Prendimiento sólo ha permanecido inalterable la escena final, que quedó
grabada en el acervo popular y cultural de nuestra Semana Santa: un
breve diálogo entre el Sacerdote, que encarnaba la figura de Jesús, y el
Capitán de los “Armaos”, mientras éstos caían sucesivamente rodilla en
tierra, previo a la entrega del Paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno que
escoltado por los Armaos desfilaba a paso ordinario por su recorrido
tradicional, quizás más corto que el del resto de Procesiones (de hecho,
por sus peculiares características, no figura como Procesión propiamente
dicha hasta mediado el siglo XX); así parecen aventurarlo los documentos
que especifican que en los primeros años en que el Prendimiento tuvo
lugar dentro de la propia iglesia el cortejo salía a la calle por la
Puerta de Santa María.
En la segunda mitad del siglo XX, y a fin de crear un ambiente de mayor
silencio y respeto, el Prendimiento comienza a celebrarse, como se ha
anticipado, en el interior de la Basílica de Nuestra Señora de la
Asunción, que, no obstante, se demostró incapaz de albergar a la
muchedumbre que se agolpaba dentro para repetir año tras año el ritual.
Allí, la Cofradía de Jesús (Nazareno) titular del Paso Nuestro Padre
Jesús Nazareno colocaba éste a la derecha del Altar Mayor, frente a su
camarín, y por el pasillo central penetraban en el templo con gran
marcialidad las huestes romanas lujosamente ataviadas. Concluido el
Sermón, el Sacerdote demandaba por dos veces: "¿A quién buscáis?"
y a cada una de ellas respondía altivo el Capitán de los “Armaos”:
"¡A Jesús el Nazareno!; ¡Yo soy!, volvía a decir siempre aquel, y la
tropa caía de rodillas a tierra en sendas ocasiones; ¿Para qué lo
buscáis?, proseguía por tercera vez; y contestaba éste: ¡Para
prenderlo!, consumándose el Acto cuando el clérigo finalizaba:
¡Aquí me tenéis; haced de mí lo que queráis!, dando así comienzo la
Procesión.
Desde 1996 la Junta de Hermandades Pasionarias retomó la tradición de
representar el Prendimiento en el marco de la Plaza Mayor y calles
adyacentes. Para ello, y a partir de las referencias históricas y
documentales recopiladas merced a distintas fuentes escritas y orales,
se encargó la restauración del Acto, texto incluido, a D. José Rogelio
Fernández Lozano, quien fiel a la concepción primitiva del Acto supo
conjugar en perfecta simbiosis sus tres elementos: El Auto -decorados,
iluminación y música al servicio de una representación cuyo momento
álgido viene marcado por la impresionante entrada del Tercio Romano del
Santo Sepulcro, los populares “Armaos”, en la Plaza y la aparición en el
portón de la Basílica del Paso del “Nazareno”-, que tiene como
protagonistas a los siete Pasos que intervienen en la Procesión, a los
que cinco narradores ponen voz y, conforme avanza su relato, dan paso,
precedidos de sus estandartes, hacia la Plaza, desde donde se incorporan
sucesivamente a la Procesión; el Sermón del Prendimiento, previo al
momento del apresamiento efectivo del “Nazareno” por los “Armaos”; y en
tercer y último lugar la Procesión, que tiene su punto de partida en la
propia representación (los Tercios infantiles y de nazarenos de cada
Cofradía participante, así como las Bandas que los acompañan, se
incorporan ya formados en la calle de salida de la Plaza).
Como se ha referido, desde su instauración en la Procesión del
Prendimiento figuraba sólo el Paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno que,
escoltado por los “Armaos”, recorría la carrera al paso ligero marcado
por el toque ordinario de los tambores. En 1965, y pese a las protestas
de la Cofradía de Jesús (Nazareno), se sumó a esta Procesión el Paso El
Beso de Judas (sustituido desde 1968 por el Paso El Prendimiento); y en
1973 lo hicieron los Pasos La Oración del Huerto (sustituido en esta
Procesión entre 1987 y 1996 por el Paso La Unción de Jesús en Betania) y
Ecce Homo, y en 1981 el Paso La Santa Cena, autorizándose además en esa
década el desfile de los Tercios de nazarenos e infantiles de cada una
de las Cofradías participantes; finalmente desfila también desde el año
2000 el Paso La Flagelación acompañado de los Tercios de su Cofradía. El
Prendimiento como un Acto considerado en su conjunto, conjugaba en
realidad tres partes diferenciadas: la escenificación o Prendimiento
propiamente dicho, el Sermón, que según las épocas se intercalaba en la
escenificación o la precedía, y la posterior Procesión.
Desde principios del s. XIX, cuando la Hermandad de la Convocatoria de
Jesús (hoy Cofradía del Tercio Romano del Santo Sepulcro) era la
encargada de su organización, y hasta 1935, año en que se ubicó
definitivamente en la tarde-noche de Martes Santo (en la que ya se había
celebrado en 1914, 1917 y 1918), el Prendimiento se celebró siempre en
la tarde de Miércoles Santo, representándose en la Plaza Mayor ante el
torreón de la Iglesia y en las calles colindantes, donde se concentraban
hombres que, "vestidos con trajes de Judea, aguardaban impacientes el
momento de prender a Jesús", y dónde, alertados por el toque de
tambores y cornetas de esa tropa de "Armaos", acudía todo el pueblo para
asistir a la escenificación y escuchar en el Sermón a los más ilustres
nombres de la oratoria sacra de la época (entre los grandes predicadores
del Sermón del Prendimiento destacaron las voces inconfundibles de los
sacerdotes D. Francisco Vigueras Córdoba -en el siglo XIX-, D. Antonio
Dato y D. Antonio Tormo -en el siglo XX-, y actualmente y desde hace
tres décadas es imposible referirse al Prendimiento sin asociarlo
indisolublemente a la figura de D. Antonio Salas, que fue distinguido
por la Junta de Hermandades Pasionarias en 1995 con un nombramiento
honorífico que lo reconocía como Predicador del Sermón del
Prendimiento).
Con el correr de los tiempos, y quizás porque cada año se tornaba más
difícil encontrar a quienes asumieran el papel de cada uno de los
múltiples personajes, lo que pudo motivar a su vez el olvido y
desaparición del texto original de la representación, del Acto del
Prendimiento sólo ha permanecido inalterable la escena final, que quedó
grabada en el acervo popular y cultural de nuestra Semana Santa: un
breve diálogo entre el Sacerdote, que encarnaba la figura de Jesús, y el
Capitán de los “Armaos”, mientras éstos caían sucesivamente rodilla en
tierra, previo a la entrega del Paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno que
escoltado por los Armaos desfilaba a paso ordinario por su recorrido
tradicional, quizás más corto que el del resto de Procesiones (de hecho,
por sus peculiares características, no figura como Procesión propiamente
dicha hasta mediado el siglo XX); así parecen aventurarlo los documentos
que especifican que en los primeros años en que el Prendimiento tuvo
lugar dentro de la propia iglesia el cortejo salía a la calle por la
Puerta de Santa María.
En la segunda mitad del siglo XX, y a fin de crear un ambiente de mayor
silencio y respeto, el Prendimiento comienza a celebrarse, como se ha
anticipado, en el interior de la Basílica de Nuestra Señora de la
Asunción, que, no obstante, se demostró incapaz de albergar a la
muchedumbre que se agolpaba dentro para repetir año tras año el ritual.
Allí, la Cofradía de Jesús (Nazareno) titular del Paso Nuestro Padre
Jesús Nazareno colocaba éste a la derecha del Altar Mayor, frente a su
camarín, y por el pasillo central penetraban en el templo con gran
marcialidad las huestes romanas lujosamente ataviadas. Concluido el
Sermón, el Sacerdote demandaba por dos veces: "¿A quién buscáis?"
y a cada una de ellas respondía altivo el Capitán de los “Armaos”:
"¡A Jesús el Nazareno!; ¡Yo soy!, volvía a decir siempre aquel, y la
tropa caía de rodillas a tierra en sendas ocasiones; ¿Para qué lo
buscáis?, proseguía por tercera vez; y contestaba éste: ¡Para
prenderlo!, consumándose el Acto cuando el clérigo finalizaba:
¡Aquí me tenéis; haced de mí lo que queráis!, dando así comienzo la
Procesión.
Desde 1996 la Junta de Hermandades Pasionarias retomó la tradición de
representar el Prendimiento en el marco de la Plaza Mayor y calles
adyacentes. Para ello, y a partir de las referencias históricas y
documentales recopiladas merced a distintas fuentes escritas y orales,
se encargó la restauración del Acto, texto incluido, a D. José Rogelio
Fernández Lozano, quien fiel a la concepción primitiva del Acto supo
conjugar en perfecta simbiosis sus tres elementos: El Auto -decorados,
iluminación y música al servicio de una representación cuyo momento
álgido viene marcado por la impresionante entrada del Tercio Romano del
Santo Sepulcro, los populares “Armaos”, en la Plaza y la aparición en el
portón de la Basílica del Paso del “Nazareno”-, que tiene como
protagonistas a los siete Pasos que intervienen en la Procesión, a los
que cinco narradores ponen voz y, conforme avanza su relato, dan paso,
precedidos de sus estandartes, hacia la Plaza, desde donde se incorporan
sucesivamente a la Procesión; el Sermón del Prendimiento, previo al
momento del apresamiento efectivo del “Nazareno” por los “Armaos”; y en
tercer y último lugar la Procesión, que tiene su punto de partida en la
propia representación (los Tercios infantiles y de nazarenos de cada
Cofradía participante, así como las Bandas que los acompañan, se
incorporan ya formados en la calle de salida de la Plaza).
Como se ha referido, desde su instauración en la Procesión del
Prendimiento figuraba sólo el Paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno que,
escoltado por los “Armaos”, recorría la carrera al paso ligero marcado
por el toque ordinario de los tambores. En 1965, y pese a las protestas
de la Cofradía de Jesús (Nazareno), se sumó a esta Procesión el Paso El
Beso de Judas (sustituido desde 1968 por el Paso El Prendimiento); y en
1973 lo hicieron los Pasos La Oración del Huerto (sustituido en esta
Procesión entre 1987 y 1996 por el Paso La Unción de Jesús en Betania) y
Ecce Homo, y en 1981 el Paso La Santa Cena,
autorizándose además en esa década el desfile de los Tercios de
nazarenos e infantiles de cada una de las Cofradías participantes;
finalmente desfila también desde el año 2000 el Paso La Flagelación.
JUEVES SANTO
Con el traslado definitivo en 1935 de la
Procesión General al Miércoles Santo, la tarde del Jueves Santo se
reservó exclusivamente para la Comunión Pascual, para visitar los
Sagrarios, y para asistir a los Actos y Horas Santas.
No será, por tanto, hasta 1976 cuando se llene ese vacío con la salida a
la calle a última hora de la tarde de la Procesión de los Hijos de
María, en la que desfila la Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y
Esperanza con su titular, un Paso de notable aire andaluz, al que
acompañan también, desde mediada la década de los ochenta, las
tradicionales “Manolas”, señoras vestidas de luto y ataviadas con la
tradicional mantilla española.
Tres Jueves hay en el año que relucen más que el Sol, Jueves Santo,
Corpus Christi y el día de La Ascensión. Cieza en la noche del Jueves
Santo supera el dicho.
Jueves Santo es en Cieza un día de Esperanza y Silencio. Al caer
la tarde se inicia la Procesión de los Hijos de María. En ti, Virgen de
Gracia, encuentra Cieza la máxima expresión del sufrimiento materno.
¡Cómo te visten! Suave terciopelo para tu cuerpo bordado en oro y plata;
regia corona sobre tu cabeza, y por manto un vergel de esperanza plagado
de las fragancias de sus flores. Gerveras, Anturios, Orquídeas, Lilium,
claveles, margaritas, nardos, rosas…, todas ellas nos ofrecen un jardín
de oraciones realizado por las manos amadas de tus hijos.
Madre nuestra, ¿cómo es posible tanta belleza en tu rostro? Te
miro, contemplo esos ojos que me cautivan, que me miran con comprensión,
que parecen tener vida. La luz de tu candelaria ilumina tu cara ¡Qué
guapa eres!.. ¡Qué bien me siento sabiéndome bajo la protección de tu
manto! Quisiera ser una simple flor para ir a tu lado en el camino.
¡No llores, Madre!
Con qué mimo te están meciendo tus anderos, queriéndote atenuar el dolor
que llevas dentro y secar tus lágrimas con sus túnicas y su esfuerzo.
Pañuelo quiero ser para tu llanto. Déjame ser tu humilde pregonera. Un
palio de amor resguarda tu desconsuelo y bajo el cimbreo de doce varales
de plata se oculta tu pena. Hombres de riguroso negro y mujeres con teja
y mantilla te acompañan, calle a calle, paso a paso, hasta regresar a tu
casa, donde quedarás orando por nosotros.(Palabras extraídas
del pregón 2006, realizado por la hermana de esta COFRADÍA Mª Ginesa
Martínez Villa)
SÁBADO
SANTO
Desde el año 2009
nuestra cofradía participa en la procesión infantil con la imagen de
Nuestra Señora de la Esperanza en la Resurrección.
ROSARIO DE LA
AURORA
Como su mismo nombre indica, la hermandad
de los hijos de María es ante todo devota y defensora del culto a la
Virgen María, sus normas y reglas se ajustan en todo a las directrices
actuales marcadas por el magisterio de la iglesia, recogidas en el
Concilio Vaticano II y orientado por las últimas encíclicas de los papas
recientes.
Desde la fundación de la hermandad se ha
intentado potenciar el culto a la Virgen con el rezo matutino público y
privado del Vía Crucis y el Santo Rosario. Con este fin y con el visto
bueno del director espiritual y Vicario Episcopal, así como con la ayuda
del párroco de la Asunción, a la sazón de don Santiago Guirao Costa, la
hermanad recuperó y unió a sus obligaciones, aquellas que eran propias
de la antiquísima Hermandad del rosario de la Aurora, cuya existencia en
Cieza se remonta a los años anteriores a 1500.
Fruto inmediato de esta absorción fue la
puesta en práctica del rezo público del Santo Rosario, cantado y
meditado por las calles de Cieza, todos los domingos del mes de octubre
y el día 12 de tal mes, festividad de Nuestra señora del Pilar.
Con fecha del 5 de octubre de 1975, tuvo
lugar la primera salida procesional de Nuestra Señora por las calles de
Cieza.
Esta práctica devocional se viene
repitiendo desde entonces hasta nuestros días sin interrupción cada mes
de octubre.
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